Está científicamente comprobado que si reímos mucho más de lo que lo hacemos, tenemos menos enfermedades físicas y emocionales, solucionaríamos mejor nuestros problemas y tendríamos una mejor calidad de vida.
Para aprender a reír más, primero es necesario deshacerse de las ideas equivocadas que lo impiden o lo dificultan. Así que reír es sinónimo de ser fácil o irresponsable. Una de las formas más fáciles de fomentar la risa es buscar situaciones que los hagan reír, como: Por ejemplo, ver películas o cómics, leer chistes en libros, revistas o en internet, buscar la compañía de personas que nos hagan reír, etc.
De hecho, es importante tener nuestro pequeño archivo de chistes, fotos y recortes que nos recuerden situaciones divertidas o divertidas, y hacer referencia a ellos cada vez que queramos o necesitemos para alegrarnos el ánimo.
Aprende a reírte de ti mismo
Busca el lado divertido de las situaciones que creas que son embarazosas, imprevistas, etc. Puedes ayudarte a tí mismo imaginando lo que te pasará a alguien que es desconocido y exagerando la situación hasta que sea extraña e incluso ridícula. Hazlo durante bastante tiempo cuando estés solo, ya que reírte de ti mismo frente a los demás, aunque muy sano, requiere una actitud positiva ante la vida y una buena autoestima
Practica la risa tonta
En la mañana, cuando te vas a arreglar, párate frente al espejo y ríete sin motivo durante dos minutos. No importa que sientas que es forzado. Con la práctica cada vez te va a ser más fácil.
Riete en grupo
Permítete compartir con los demás a carcajadas, ya sea contándose chistes o solo enfoncandose en reir, tiene un efecto oxigenante, reparador y liberador.
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